La tradición ha dictado siempre que el efecto de un perfume aplicado sobre la piel, idealmente, se fraccione en tres "
fases olfativas identificables":
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La nota de salida (también llamada nota de cabeza): es la que se advierte de inmediato tras aplicar el perfume sobre la piel. Puesto que la misma es determinante para la compra de un perfume, generalmente es más intensa que los otros componentes y es dada por sustancias aromáticas volátiles (es decir fugaces). Por este motivo es siempre conveniente probar el perfume sobre la piel durante algunas horas, con el fin de conocer el origen real del mismo así como la interacción final con nuestra propia piel. |
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La nota de corazón: es la que se percibe en las horas posteriores a la atenuación (hasta la desaparición) de la "nota de salida". |
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La nota de fondo: es el efecto olfativo definitivo del perfume, determinado por los elementos aromáticos menos volátiles y más persistentes, previamente seleccionados en la fase de formulación (normalmente la parte más noble y costosa del preparado). |
P.S.: creemos que todos esto es algo más que "
folklore" en materia puesto que la evaporación del perfume tras su aplicación, consiste en práctica en un imparable - y más o menos lento - proceso de destilación: a medida que, al separase, se alejan (y por lo tanto se advierten) sus diferentes componentes, de los más volátiles a los últimos menos volátiles.
Es por ello que un perfume, por su mismo origen, nunca podrá liberar una nota olfativamente constante en el tiempo.
¿Quién no ha escuchado decir que un buen perfume podrá durar mucho tiempo sólo si contiene además un buen "fijador"?
La leyenda muy popular dice que la "fijación" de un perfume permitiría al conjunto del mismo prolongar su duración en el tiempo uniendo, por decirlo de alguna manera, "alquímicamente" los elementos.
Veamos entonces una cuestión que representa casi un "mito" en materia de perfumería, comenzando un poco desde lejos.
Los llamados "
fijadores" utilizados originalmente en perfumería no eran otra cosa que feromonas naturales obtenidas de sustancias aromáticas de origen animal, como por ejemplo el Musgo o la Algalia: compuestos desarrollados por la naturaleza para durar por largo tiempo puesto que están expuestos a la intemperie; los mismos representan potentes atractivos sexuales territoriales que el animal macho esparce en su territorio para delimitarlo respecto a otros machos y, al mismo tiempo, para seducir a las hembras de su especie. Es decir una doble conveniencia que han utilizado los perfumistas del pasado: sensualidad pura y fuerte persistencia (esta última desde siempre sinónimo de calidad en un perfume). El olfato humano es fácil de seducir por este tipo de olores. No obstante hay un problema: las feromonas han sido "ideadas" por el reino animal para ser rociadas en las piedras, en los árboles pero no sobre la piel humana. En los viejos "perfumes de pañuelo" (rociados indiferentemente en guantes o bufandas) funcionaban muy bien como "
fijadores" animales pero tienen poco efecto cuando se los fusiona en las modernas formulaciones de perfumes, destinadas a nuestra piel: por ejemplo, en el cuello o en las muñecas duran menos que un aceite esencial puro y natural de Pachulí, Vetiver o Ylang Ylang.
Tal como ha sido minuciosamente observado por un "
profesional" respetable (Guy Robert, conocido formulador para
Christian Dior – cita textual): "
...a pesar de la evidencia, el mito del fijador ha persistido hasta nuestros días, alimentado con esmero por los fabricantes de fragancias... yo odio y considero estúpida la teoría de los fijadores..." probablemente– agregamos nosotros – alimentada también porque contribuye aún hoy a mantener un poco ese halo de misterio y de secreto alrededor del arte de los perfumes.

A decir verdad, casi siempre se hizo pasar como "fijadores" a los ingredientes aromáticos que tienen por sí solos un origen potente y tenaz; sin embargo,
se debe reconocer que
concretamente algunos aceites naturales (como por ejemplo el Agarwood, el Benjuí, el Incienso, el Musgo de encina, el Sándalo, el Vetiver y otros)
tienen propiedades fijadoras efectivas, aunque
blandas y
no determinantes, pero sin dudas no únicamente atribuibles (y/o reducibles) a su intrínseca tenacidad.
Realmente no podríamos declarar concluida esta breve disertación sobre la perfumería sin afrontar el "
dilema" por excelencia: quién entre los apasionados no se ha preguntado si
¿es verdad o no que un perfume para ser definido "de alta calidad" y "absolutamente no nocivo para la salud" debe ser formulado necesaria y exclusivamente con materias primas de origen natural?
Pues bien, una vez por todas,
con rigor científico quisiéramos convencerle del hecho que las ecuaciones:
"NATURAL = BENÉFICO" o bien "NATURAL = INOCUO" o incluso "NATURAL = CALIDAD"son sólo estupideces, lamentablemente muy "
valiosas" - para la mayoría de los consumidores. Probablemente es la consecuencia de la presión de la publicidad engañosa realizada en estas últimas décadas.
Puesto que la mayoría de las "ecuaciones" antes mencionadas aparecen - sin reflexiones y/o sin ninguna duda - como conceptos implícitamente obvios, este truco publicitario ha sido exagerado hasta transformarse en pocos años en una especie de "
religión laica": un culto seguido por innumerables testigos aunque sin ningún fundamento. Pero no es más que un cómodo pretexto promocional.
Razonemos juntos: incluso un niño, sabría detectar cómo un relámpago, un hongo o la mordida de un animal venenoso, etc. son fenómenos capaces de ocasionar incluso la muerte instantánea de un individuo...
¡aunque todos de estricto origen "natural"! Por lo tanto terminemos - por favor - de...
¡creer en Papá Noel!
En el caso de la perfumería, damos un ejemplo conocido - a quienes aún no lo conocen - que, a pesar de ser sumamente puros y naturales, varios aceites esenciales (por ejemplo la Artemisa, el Cálamo, la Ajedrea, la Mostaza, etc.) pueden ser seriamente temibles cuando se utilizan sin conocimiento de causa. Por el contrario, decenas de decenas de moléculas aromáticas totalmente artificiales - y por ende de origen sintético - además de tener características olfativas intrigantes, son totalmente inocuas para la salud humana (¡basta tener en cuenta que la perfumería moderna sin estas ni siquiera existiría!)... pero no es suficiente: otro dato que no se debe dejar de lado es el de la
concentración: muchas sustancias (sin importar si son de origen natural o no) resultan tóxicas y/o poderosamente irritantes; pero en fórmula, a la concentración conveniente así como acompañadas por otros ingredientes pueden ser completamente inocuas.
Por tanto,
NO hay un límite razonable que se pueda trazar con las banales
categorías emocionales natural/biológico/artificial/sintético que dividan lo que está "
bien" de lo que está "
mal": en este campo (y en otros) la frontera entre "
bueno" o "
no bueno" es exclusivamente una cuestión reservada a los profesionales del sector, competentes en materia, puesto que cuentan con la formación adecuada y con los instrumentos de laboratorio necesarios.

Para no dejar de lado nada, aclaramos también que:
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todas las materias primas aromáticas pueden ser de mala o buena calidad independientemente de su naturaleza y/u origen. |
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cualquier ingrediente destinado a entrar en contacto directo con nuestra piel - aunque haya sido declarado inocuo y, por lo tanto, aprobado por la compleja normativa IFRA - de todos modos teóricamente podrá producir una reacción negativa (irritación, sensibilización, etc.) debido a las alergias individuales inusuales. |